3.1. Arte y comunidades
En el arte contemporáneo europeo y centrándonos más concretamente en el ámbito de lo actual con las movilizaciones sociales de Seattle de 1999 como contexto político social de referencia (Collados, 2012), la proliferación de proyectos de artistas que trabajan en contextos sociales, comunidades, grupos en riesgo de exclusión social, minorías culturales, etcétera, ha dado como resultado un mapa de tendencias en el arte actual con múltiples líneas de fuga.
Desde el denominado Arte público de nuevo género título del libro de la artista Susane Lacy (1995) que supuso un hito para el entendimiento de este tipo de proyectos; el arte contextual que defienden Ardenne (2006) o Claramonte (2011) hasta las propuestas activistas que emergen dentro de una genealogía del arte y la acción reivindicativa en el espacio de la contracultura (Home, 2004).
Todas ellas propuestas que, o bien tienen que ver con la reivindicación política pura, donde lo que se persigue es señalar, denunciar y a lo sumo, intentar transformar una situación, o bien tiene que ver con hacer participes a los públicos de una experiencia estética ligándose a la obra propuesta por el artista, colaborando o participando en el proceso.
Otras veces, los artistas actúan como mediadores-catalizadores de las frustraciones y anhelos de los grupos, reelaboran nuevos imaginarios y poniéndose al servicio de los intereses grupales. Tal es el caso de algunas propuestas de la ya nombrada Susan Lacy o más recientemente de la artista cubana Tania Bruguera y su proclamación de “Arte útil” (Bishop, 2012, p. 249).
No obstante no podemos omitir en este apunte genealógico las referencias que no por más nombradas son menos importantes, desde los grupos de vanguardia que declararon la muerte del arte tal y como se conocía hasta entonces como el dadaísmo o el futurismo, hasta los artistas de la acción, o las pioneras del feminismo en el arte, que abogan por un arte de la vida, del día a día, de lo cotidiano, de la presencia, del estar y del ser, por lo tanto, un arte de la experiencia (Robert Filliou, Adrian Piper, Valie Export, etcétera).
Todo ello sin obviar a una figura central del arte de acción del S.XX, Joseph Beuys, imprescindible para entender el giro que se produce en la producción artística cuando proclama que “todo conocimiento humano procede del arte. Toda capacidad procede de la capacidad artística del ser humano, es decir, de ser activo creativamente” (Bodenmann-Ritter, 2005, p.71). Beuys y su entendimiento ampliado del arte como escultura social afirmará: “Un arte que no puede dar forma a la sociedad y en consecuencia actuar en las verdaderas cuestiones de esa sociedad, no es arte””. (Szeemann,1994, p. 240).
Es importante así mismo señalar que muchos de los artistas nombrados hasta el momento tuvieron una especial implicación en la configuración del terreno híbrido donde se entrecruzan arte y educación. Así es el caso de las experiencias de la Universidad Libre de Beuys, el Programa de Arte Feminista que ponen en marcha Judy Chicago y Miriam Schaphiro en el Instituto de Arte de California en los años 70 o, en otro nivel de acción y utilizando las palabras del autor, la “obra de amor” (Filliou,1970. Contraportada) que publica Robert Filliou junto con otros colegas, sobre la práctica educativa como performance.
Mención aparte necesitarían los grupos de arte activista que se generan por la voluntaria unión de los artistas ante situaciones político sociales concretas. En América del norte, The Art Workers Coalition, artistas de índole conceptual que se agrupan en el contexto de la guerra de Vietnam en el año 1969, o ya en la década de los 80 las reivindicaciones ante la impasibilidad y la hipocresía ante la epidemia del SIDA con grupos como Act-Up o Gran Fury.
Por hacer un apunte en relación con el activismo en el arte fuera del contexto anglosajón, cabe mencionar todo el espacio geográfico de Latinoamérica, importantísimo para entender las tendencias que conjugan arte y política desde los años 70 del siglo pasado. Así, no quiero dejar de recordar el Colectivo de Acciones de Arte (grupo CADA) en Chile, o el Grupo de Arte Callejero (GAC) en Argentina. Colectivos de artistas aliados con los sectores sociales más desprotegidos en un contexto de fuerte represión política y social.