4. Fundamentación


4.3. La noción de contrapúblicos

Hay un segundo concepto que navega en esta reflexión preliminar: los públicos. Un tema que preocupa y ocupa a los museos de forma especial y que también nombran como audiencias, espectadores o visitantes.
Tal vez la referencia más necesaria que debemos traer a colación en el escenario de este estudio es el concepto que promueve Michael Warner. Para Warner (2012) existen múltiples públicos y se puede pertenecer a muchos públicos diferentes al mismo tiempo. Pero por otro lado, considera que lo que realmente crea un público en singular, “es el espacio social creado por la circulación reflexiva de un discurso” (p.103).
De mayor interés para el estudio de caso de La Rara Troupe es la noción que aporta de contrapúblicos, en este sentido y partiendo de la reflexión crítica sobre el concepto de esfera pública de Habermas, afirma que “algunos públicos se definen por su tensión con un público más grande. Sus participantes llevan una marca que los distingue de las personas o los ciudadanos en general” (Warner, 2012, p. 62).
La Rara troupe, al estar constituido por personas con (y sin) diagnósticos clínicos de salud mental, toma la forma de un contrapúblico siguiendo a Warner, pero además es constitutivo de su propio discurso, en torno al cual se organizan.
En este sentido, y continuando con la reflexión de los públicos, el giro performativo también consigue derribar otra gran dicotomía al conseguir entablar una relación de reciprocidad equilibrada entre los supuestos emisores y los receptores de las acciones.
En realidad estas denominaciones ya no funcionan en el escenario del giro, puesto que no se entiende el acontecimiento sin una contaminación constante entre las propuestas del actor-artista y las interacciones del público.
En educación, esta relación se viene pensando desde Paulo Freire (1970/1975) y sus teorías liberadores en contra de la que denominó una “educación bancaria” (p. 77), basada en la transacción de conocimientos del educador al educando, hasta las más contemporáneas y lúcidas reflexiones de Jaques Rancière (2003) sobre la educación emancipadora del maestro Jacotot.
En territorio nacional, María Acaso es tal vez una de las más conocidas defensoras de la praxis educativa que denomina disruptiva, y con la que aboga por nuevas metodologías en la enseñanza destinadas a erosionar, cuestionar y transformar los principios en que tradicionalmente se asienta la educación. Un modelo educativo anclado en la acumulación de conocimientos expertos destinados a su trasmisión en receptáculos que se presuponen vacíos, los alumnos, y totalmente ajena de los contextos de vida y experiencia donde se producen los aprendizajes. Es la pedagogía que Acaso denomina “tóxica” (2010).