7.2. El enfoque metodológico: Artografía y rizoma.
En este escenario, elegir un método de investigación se vuelve tal vez el asunto más farragoso. Como bien sabemos, el método científico se revela como “no válido especialmente cuando tratamos de indagar sobre fenómenos complejos y no repetibles como los que tienen lugar en el arte y la educación” (Hernández & Aguirre, 2012, p. 12).
Por otro lado, la historiografía del arte dejaría fuera de la investigación toda la parte emotiva, subjetiva, del trabajo en grupo, y es precisamente la puesta en juego de las diversas identidades, que no son necesariamente consideradas artísticas desde las disciplinas académicas, las que animan e informan este tipo de proyectos.
Por último, adoptar un método pretendidamente puro desde la Investigación-acción participativa estaría dando por supuesto una premisa de las que no partimos, que existe un tema principal o un problema en el que todo un grupo de personas, en mayor o menor medida, interviene para llegar a conclusiones resolutivas.
7.2.1. Artografía
Por lo tanto, las coordenadas en las que me apoyo para la investigación del proyecto son las que nos ofrecen las nuevas metodologías artísticas de investigación cualitativa y que según Roldán y Marín Viadel (2012) se diferencian de las metodologías cualitativas porque mientras las últimas “discurren fundamentalmente a través del lenguaje verbal” las metodologías artísticas de investigación:
1. Recurren a lenguajes y formas de presentación y representación de datos que no son únicamente lenguaje verbal.
2. La calidad artística y estética de los textos verbales y de las imágenes visuales y sonoras es una condición necesaria, mientras resulta perfectamente prescindible en una investigación cualitativa.
3. Tienen la posibilidad de abrirse a formas discursivas propias de la ficción (cine o novela) que es un ámbito característico de las creaciones artísticas pero no tiene cabida en las metodologías cualitativas. (p. 22)
No obstante, aunque mi investigación se apoya en algunas de las características que señalan los autores (puntos 1 y 2 de la cita) la motivación de elegir una perspectiva artística de investigación viene más determinada por la necesidad de adoptar un método que me permita ir “de la investigación participante a la investigación de la participación” (Marín Viadel, 2005, p. 248) posibilitándome de este modo como he adelantado en la página anterior “entender los vínculos intersubjetivos que se producen en la formación de un grupo a través de los nodos de relación”.
La artografía se define como “una forma de investigación basada en las prácticas, que se sostiene en las artes y en la educación” (Irwing et al., 2006, p. 70. y como tal, puede ser incluida como una de las metodologías artísticas de investigación. La propia construcción gráfica del término, A/R/Tography, desvela uno de los anhelos principales de la investigación artográfica: conseguir aunar la práctica artística (Art), la investigación (Research) y la acción educativa (Teaching), en una misma disciplina (Irwin, 2008). Muchos de los autores de esta corriente metodológica prefieren escribir el nombre siempre conservando las barras que distinguen y significan el sentido que contiene; A/r/tography. Yo he optado por prescindir de tal convención y asumir la palabra sin las barras como un nuevo vocablo que no dificulte o complique la escritura o lectura.
La artografía encuentra su origen en la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver y es principalmente atribuible a Rita Irwin y Stephan Springgay (Roldán & Marín Viadel, 2012). Esta metodología, en palabras de Roldán y Marín Viadel: “Trasciende una simple posición metodológica para llegar a implicar una toma de posición global que concierne al conjunto de la persona, no solo en su trabajo profesional cuando hace investigación, sino a toda su compleja red de roles y funciones” (p. 30).
La decisión de tomar prestada la perspectiva artográfica en el proceso de esta investigación ha venido en cambio más determinada por la importancia que adquiere la experiencia en sus investigaciones (Springgay, 2008), una de las ideas clave del proceso de trabajo de La Rara troupe, que necesita de un método donde podamos relacionar lo vivencial con lo pensado; en otras palabras y siguiendo a Springgay, una metodología capaz de transformar radicalmente la idea de que la teoría es un sistema abstracto y separado de la práctica para convertirla en un sistema de “intercambio crítico que es reflexivo, da respuestas y es relacional” (p. 10).
De esta manera, la metodología artográfica se puede entender también como una metodología de las situaciones (Irwing et al., 2006) y nos ayuda a abordar el proceso de investigación como “un acto de invención más que de interpretación, donde los conceptos emergen desde los encuentros sociales” (p. 72).
La decisión de que los materiales de audio y vídeo producidos por La Rara troupe formen parte de la narración de esta tesis, se debe por lo tanto también a una cuestión de método, evidenciando en la forma misma de la investigación cómo se interrelacionan y entran en conversación lo uno (el texto) con lo otro (imagen y sonido).
Siguiendo a Springgay, Irwin y Wilson (2005) “No actuando (las relaciones entre texto e imagen) como mera ilustración lo uno de lo otro, sino generando interconexiones que entran en conversación con, en y a través, (cursivas en el original) (…) mostrando un encuentro que podemos nombrar constitutivo más que descriptivo” (Las cursivas son mías) (p. 899).
7.2.2. Rizoma
Otro de los conceptos necesarios para entender una investigación del proceso desde la perspectiva artográfica es el de rizoma. (Irwing et al., 2006)
El rizoma es una concepto que rompe la lógica dicotómica del positivismo estructuralista en el pensamiento. A partir de la obra de Deleuze y Guattari, (1977/ 2003) han proliferado las perspectivas rizomáticas en todo el campo de estudios sociales postestructuralistas de base crítica, entendiendo que es un concepto capaz de contener la complejidad de los procesos sociales que queremos estudiar.
El rizoma, parte de la imagen de un bulbo o raíz desjerarquizada que crece por multiplicidad y desbordes.
El rizoma es capaz de conectar a cualquier punto con otro punto cualquiera, cada uno de sus rasgos no remite necesariamente a rasgos de la misma naturaleza (…). No está hecho de unidades sino de dimensiones cambiantes. No tiene ni principio ni fin, siempre tiene un medio por el que crece y desborda (…). Una multiplicidad de este tipo no varía sus dimensiones sin cambiar su propia naturaleza y metamorfosearse (…). El rizoma está relacionado con un mapa que debe ser producido, construido, siempre desmontable, conectable, alterable, modificable, con múltiples entradas y salidas, con sus líneas de fuga (…). Contrariamente a los sistemas centrados (incluso policentrados) de comunicación jerárquica y de uniones preestablecidas, el rizoma es un sistema acentrado, no jerárquico y no significante (…) definido únicamente por una circulación de estados. (Deleuze & Guattari, 2003, pp. 48-49)
En esta investigación por tanto, la imagen del rizoma nos permite acercarnos al proceso de trabajo no desde categorías, roles, personas, subjetividades, sino desde la voluntad de entender los nodos conectivos que nos configuran.
Para entender esta lógica compleja de conexión utilizaremos las zonas de contacto y los puntos de disenso, de manera complementaria y no contrapuesta, entendiendo que del conflicto o desencuentro puede abrirse otra raíz en la que converger o entrecruzarse.
Por lo tanto, mi intención en la investigación es hacer rizoma, colarme en el proyecto no para validar o ratificar datos y resultados sino para entender los mecanismos de un proceso en constante transformación, que funciona por pulsiones (momentos de intensidades) y es fragmentario (no lineal), y por lo tanto que necesita por fuerza ser estudiado con su misma voluntad de devenir a lo inesperado.